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—Estás de suerte, chico. Justo ayer tres personas renunciaron. —se echa a reír con fuerza, palmeando mi espalda.

Marlik Harkimo, un viejo de lentes, era el dueño del taller más famoso en la Ciudad Industrial del muro Rose, era un herrero y artesano que casualmente, le encantaba trabajar en las armas del ejército.

La razón por la que me había dicho chico y no chica era sencilla y es que para escaparme del muro Sina tuve que improvisar una nueva identidad al igual que un nuevo estilo de cabello. Estaba nerviosa y hambrienta, solamente comí un pan desde hace dos días pero procuraba ignorarlo.

Después de todo, había pasado cosas peores en el subterráneo.

—¡Pero mírate esas manos de chica! —se burla tomando mis manos, hago una mueca de disgusto. —¡Se nota que no has trabajado nunca en tu vida!

—¿Cuándo puedo comenzar? —cambio de tema antes de que siga burlándose de mí.

Rió.

—Ahora mismo si quieres.

Vale, tenía otros dos compañeros de trabajo igual de nuevos que yo. Alex, un chico delgado y rubio que llevaba una ropa de calidad pero algo sucia por el trabajo que ahora nos tocaba hacer, y claro. Kimer, un chico silencioso, moreno... cargaba las cajas de herramientas con tanta facilidad.

Y luego estaba yo, tratando de arrastrar una simple caja de herramientas.

—¿Qué crees que estás haciendo Aki? —me nombra con mi seudónimo. —¡Muévete!

—Sí señor. —vuelvo a tomar impulso y cargo aquella caja. A éste paso me rompería la espalda.

Fueron ocho horas de trabajo en total, ahí mismo nos daban de comer y también un lugar dónde dormir.

A la hora de la cena, los tres nos sentamos juntos en una mesa. Suspiré con pesar, ahora comenzaba a dolerme el cuerpo.

—¿De dónde son ustedes? —habló Kimer, la persona que menos esperaba. Alex y yo nos miramos sorprendidos, entonces el rubio habló.

—Soy Alex Burniel, y vengo de una familia importante dentro de Sina. —explica. —Yo fui concebido por la amante de mi padre, y cuando mi madre murió mi padre me llevó con su familia de la realeza. Pero aquella mujer que era mi madrastra era una pesadilla.

—¿Qué sucedió? —me atrevo a preguntar. Alex acomoda su cabello rubio a un lado, en cualquier otro momento habría admitido que era atractivo.

—Quiso matarme. —admite como si nada. —Cuando me enteré que mi padre lo sabía y no hizo nada para detenerla, huí de casa. Esa es mi historia. ¿Y la suya?

—Vengo de la calle. —admite Kimer. —Del muro María para ser precisos, tengo una hermana menor que ahora vive con mi tía y tuve que encontrar un trabajo para mandarles dinero. Quería algo más que ésto pero, por ahora es lo que hay.

—¿Cómo se llama tu hermana? —le miro. Kimer alza su ceja.

—Carla. —vuelve a hablar. Sonrío de lado. —¿Cuál es tu historia?

—Pues... para empezar. Soy una chica. —admito. Alex se sorprende pero Kimer no.

—Ahora que lo veo... si pareces una chica. —admite Alex. —¿Qué haces aquí?

—Yo nací en el subterráneo y el hermano del rey me sacó de ahí para obligarme a casarme con él por querer llevarle la contraria a su familia. —explico rápidamente. —No quería casarme con él y sabía que me iba a mandar a matar... así que huí.

Entregar el corazón. |Levi Ackerman x OC| |Premios Wattys 2019|Where stories live. Discover now