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Dos años después.

—¡La número dos! —veo las notas frente a nosotros. —¡Soy la maldita número dos!

—Sí... yo soy el número uno. —presume Kimer. —Lo único que te dio tanto puntaje fue el equipo tridimensional.

—Y mi buena capacidad de liderazgo...

—Eso también me lo dijeron a mí. —se burla. Alborota mi cabello. —Hemos dado el último paso...¿Qué harás?

—¿De qué hablas?

—Bueno, tienes la oportunidad de ser un soldado de Sina, me preocupa tu salud. —propone. En el entrenamiento enfermé demasiado el último año, nada que no pudiera arreglar. Hago una mueca de asco. —Solo era una sugerencia.

—No, gracias. Estaré bien en la Legión además, el médico dijo que estaría bien.

—Podremos matar unos cuantos titanes. —me abraza por los hombros. —Seremos el equipo invencible.

—Lindo nombre. ¿Estás listo para festejar esta noche? —codeo su estómago. Habíamos acordado que ésta noche iríamos a beber hasta quedar inconscientes. Kimer se suelta a reír.

—¡Estoy totalmente listo! Después de la ceremonia en la noche, nos iremos definitivamente a festejar.

—Akira, Kimer. —nos habla algún compañero, los dos nos reunimos con todos los futuros soldados nuevos en la legión de Reconocimiento. Al parecer solamente nosotros dos de los diez mejores, iríamos por ese camino.

Todos después de la ceremonia planeamos en ir a festejar y beber, hoy era el único día que tenemos libre. Después de entrar siendo soldado, quién sabe qué sucedería.

Misa llega a mi lado y palmea mi hombro, al parecer ella también entraría a la Legión.

—Kira. —me llama. —Hay alguien que te busca fuera del cuartel. Deberías ir, parecía ansioso por verte.

—¿Alguien? —miro a Kimer, curiosa. Si hubiera sido Levi, Misa lo habría reconocido al instante. Fue que entonces la iluminación me llegó. —¡Es Ángel!

—Yo también quiero verlo. —dice él empujándome por la espalda baja. —Vamos a saludarlo.

Daba saltitos en dirección a la salida, Kimer reía de un chiste que le conté. Éste era un ambiente agradable, y desearía que siempre fuéramos así de felices. Salgo del cuartel y miro los alrededores, no veía a nadie cerca. Fue cuando volteé a ver junto a la puerta.

Un chico alto, de piel bastante blanca y rubio me esperaba, y juraría que era Ángel si no fuera por...

—¡Tu cabello! —grito al instante. Pasó de estar largo hasta los hombros, a corto sobre las orejas.

Ángel me sonrió, a parte de ello, llevaba gafas. —No puedo creerlo. Tú también cambiaste mucho.

No puedo evitar mi emoción, corro a su persona para abrazarlo con fuerza. Ángel me protegió, me apoyó, me brindó conocimientos y mucha ayuda. Él para mí, era muy especial.

Kimer se acerca a nosotros sin saber si debía romper la atmósfera, Ángel fue quien lo hizo.

—Kimer, qué gusto verte también. —dice el rubio separándose de mí y saludando a Kimer. De mi persona salían estrellas. —Puedo darme cuenta de que obtuvieron una buena condición física.

—Fueron sangre, sudor y lágrimas, pero valió la pena. —contestó Kimer.

—¡Oye! ¿Iremos a comer algo? ¡No creas que lo olvidé! —palmeo la espalda de Ángel, emocionada por verlo después de estos años. Ángel acomoda sus gafas con uno de sus dedos.

Entregar el corazón. |Levi Ackerman x OC| |Premios Wattys 2019|Where stories live. Discover now